Alfredo Pérez Rubalcaba, actual Ministro del Interior, ha anunciado la instalación de ciento noventa nuevos radares fijos, justo el mismo día en que Miguel Sebastián, su equivalente en el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, ha anticipado una reducción de los límites de velocidad.
Por lo tanto, las carreteras españolas contarán con un total de ciento noventa radares adicionales a partir de agosto, de los cuales ciento treinta funcionarán en vías convencionales y el resto en autopistas y autovías.
Durante la rueda de prensa, Rubalcaba explicó que el objetivo de los radares en funcionamiento, 521 fijos y 264 móviles, no es poner multas para recaudar más dinero, sino evitar accidentes. Pese a que las cifras manejadas por Rubalcaba eran significativas, yo sinceramente pongo en duda esta afirmación cuando veo que, en la mayoría de las ocasiones, los radares móviles se situan en puntos donde la peligrosidad es muy baja, y sin embargo, debido al bajo límite de velocidad existente en dicho punto, la posibilidad de cazar al infractor y ponerle una multa es muy alta. Asimismo, soy de la opinión de que en muchos casos los radares fijos, debido a que los conductores sabemos donde están ubicados, son responsables de accidentes, así como de importantes retenciones y atascos.
Por otro lado está el anuncio realizado por el ministro de Industria, Miguel Sebastián, que señaló en el Congreso que en tres meses se iban a reducir los límites de velocidad en un 20 por ciento en las vías de acceso a las ciudades y en las de circunvalación de gran capacidad. Otra medida un tanto controvertida ya que en estas vías el límite de velocidad ya es bastante bajo.
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